EL MUNDO DE LA FILOSOFIA
viernes, 31 de mayo de 2013
Leer Filosofía
Si hay algún filósofo con el que me siento identificado a la hora de la lectura es con Michel de Montaigne.
“Lee mucho, olvida gran parte de lo que has leído y sé lento de entendederas.”
Hoy en día quizás resultaría más fácil y sobretodo con los medios electrónicos, pero este filósofo reunió en su biblioteca más de un millar de libros, algo destacable en pleno siglo XVI, por eso sus citas nos sorprenden:
“Nada hay por lo que quiera romperme la cabeza, ni siquiera por el saber, cualquiera que sea su valor. En loslibros solo busco deleitarme mediante sano entretenimiento, o si estudio, con ello solo busco encontrar conocimiento sobre mí mismo y que pueda instruirme sobre bien morir o bien vivir.”
Pese a haber estudiado en un destacado colegio y ser un gran erudito sobre el mundo grecolatino, llegó un momento en el que Montaige no tenía ningún problema en comunicar que los libros técnicos, densos y retorcidos no le interesaban, pues su lectura no resultaba una experiencia placentera, y muchas veces su contenido nada tenía depráctico
La sabiduría de vida no debería requerir de grandes tecnicismos ni de largas justificaciones, encontrarse con libros y filósofos que consiguen aburrirnos debería restar peso a la importancia adquirida gracias a sus ideas. Si mentes de gran calibre solo escriben para mentes de gran calibre ¿Como van a popularizarse y practicarse sus reflexiones? ¿Acaso interesa que todo se quede en el mundo teórico? ¿A quién van dirigidos los libros entonces?
Que un apasionado de la filosofía vaya apaciguando su fuego página tras página se debe a la dificultad y al aburrimiento, pero ¿Es culpa del lector por tener un pensamiento de menos intensidad, o culpa del escritor por no saber expresar de forma sencilla sus ideas?
Montaigne lo tenía muy claro, según él, el aburrimiento debería servir de indicador sobre la calidad de un libro.
Montaigne lo tenía muy claro, según él, el aburrimiento debería servir de indicador sobre la calidad de un libro.
¿Acaso cuando la lectura se convierte en un aburrimiento obligado no es un sufrimiento?
El academicismo radical que ha sufrido la filosofía es una expresión de todo esto, se ha quedado encerrada en libros que aburren y hay quien alcanza la felicidad directamente cerrando dichos libros, toda una paradoja filosófica.
El resurgimiento actual de la filosofía hace que el interesado actual se acerque a los filósofos griegos, que pese a ser los más distantes tienen unas ideas más conceptualizadas, directas, e incluso prácticas hacia la vida feliz.
Al final lo dificil es escribir sencillo.
La Posmodernidad: una filosofía de nuestro tiempo actual
La historia de la filosofía es una muestra del pensamiento europeo que desde su origen con los griegos; Heráclito, Platón y Aristóteles, no han dejado de pensarse en los temas más elocuentes que constituyen la clave de la filosofía Occidental, como la metafísica, la ontología, la ética y la política. Si bien, los griegos fueron parte fundamental del conocimiento filosófico a través del paso mito-logos, es ahí cuando nace las inquietudes sin duda de trascender las barreas de las cosas concretas.
Estos temas fueron fundamentales para la Modernidad en su hacer en el mundo y en la vida concreta de los individuos, ya que ésta época fue vista como una ontología de la presencia, esto significa, ver al mundo esencialmente como una representación donde la ciencia se transforma en la medida de lo posible en un método para transformar la realidad y el mundo. Por eso, Heidegger resaltar la inexactitud de las ciencias históricas pues “...las ciencias históricas del espíritu no es ningún defecto, sino únicamente un modo de satisfacer una exigencia para el tipo de investigación”[1].
Por ello, la Posmodernidad se presenta como un pensamiento que desestabiliza las ideas modernas y sus vínculos con la realidad, no de forma negativa sino renovadora de ideas para las condiciones nuestro presente, así también “(…) hace problemática la creencia en el progreso, la periodización moderna de la historia y el individuo como conocedor y hacedor autosuficiente”[2]. Gran parte de estas ideas son entrevistas desde la temprana Posmodernidad con Nietzsche y Heidegger, ellos son vistos como los grandes precursores de este pensamiento estabilizador y crítico de la Modernidad.
En el caso de Nietzsche su crítica es hacia los valores que se han sembrado en la cultura occidental, como la consagración de hombre bueno que se ha dado en la religión católica. Además, con su súper-hombre se aproxima a una vida lúdica y llena de deseos para el hacer del hombre como un animal excepcionalmente peligroso.
Así, Nietzsche deslumbra un presente del que la Posmodernidad toma una especial resonancia, precisamente por los acontecimientos que vive el hombre lo hacen percibir el mundo de manera diferente y configurarlo de acuerdo a su acontecer. “Con Nietzsche la Modernidad renuncia al carácter emancipatorio que la había acompañado; la razón es confrontada con algo totalmente diferente a ella. En su lugar se afirma la experiencia antigua de una subjetividad libre de barreras de conocimiento, finalidades, de todo imperativo, de la utilidad y de la moral.”[3]
Finalmente, Heidegger por su parte se desencanta de la metafísica occidental en términos de ontología de la presencia la cual ha pisoteado al ser, y sólo se ha fijado en el ente como algo material. Cabe señala que en Heidegger, “encontramos una distinción entre Verwindung y Uberwindung, distingue superación o rebasamiento de abandono de un pasado incapaz de promovernos de mayor información para nuestro presente, esto nos ayuda a comprender la característica de la posmodernidad frente a la modernidad.”[4] Con esto, Heidegger se posiciona ante el pensamiento posmoderno como una capacidad de diagnosticar la mundanidad del mundo y su perspicacia con el ser.
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